Taylor Swift recientemente causó la furia de sus fans al animarlos a gastar dinero extra en todo tipo de cosas para conseguir entradas para conciertos. Los fans de los Foo Fighters, por su parte, se olvidaron de llevar sus pasaportes a un concierto, impidiéndoles entrar. Las controversias sobre las entradas para los conciertos llegan cada vez más a los medios y, a menudo, el problema comienza con los artistas que intentan evitar que sus entradas se compren en masa y se revendan a precios exorbitantes.
El mercado de reventa de entradas para conciertos, venta secundaria de entradas, ha dado lugar a un gran número de empresas y sitios que responden hábilmente a la oferta y la demanda y, por lo tanto, ganan mucho dinero a costa de los asistentes a conciertos, artistas y compositores. Son cantidades considerables: según cifras de Live Nation, Ticketmaster -el mayor sitio de venta de entradas- recaudó más de 1.000 millones de dólares en todo el mundo en 2016 con la emisión secundaria de entradas. Los precios de reventa exorbitantes no son divertidos para nadie excepto para los comerciantes. Los amantes de la música son las víctimas porque pagan demasiado, los artistas y compositores quieren que los fans vengan a sus conciertos y quieren poder decidir por sí mismos lo que piden por sus entradas. Por ejemplo, es posible que el artista haya mantenido bajo deliberadamente el precio para que las personas con menos dinero también puedan asistir al concierto.
110 por ciento
En 2010, se aprobó un proyecto de ley en la Cámara de Representantes que regula que las entradas no se pueden revender a más del 110 por ciento del precio original. El 10 de octubre de este año, siete años después de la primera propuesta, la propuesta será discutida en el Senado. Tenga en cuenta: la reventa de entradas no está prohibida, solo la reventa a precios exorbitantes. Así que si te enfermas el día que ibas a ir a un concierto, aún puedes vender tu entrada a otra persona.
Este proyecto de ley asegura que ya no sea lucrativo para los corredores comprar y revender boletos. Eso sería beneficioso para artistas y compositores (no siempre la misma persona). El proyecto de ley en realidad beneficia a todos excepto a aquellos que se benefician del comercio. Investigaciones recientes (‘Pop, ¿qué hay en eso?’) muestran que la posición económica de los músicos y artistas en los Países Bajos es frágil. Si una entrada se revende a un precio exorbitante, el artista y compositor no recibe ni un centavo extra.
Pide un reembolso
Una objeción que se escucha con frecuencia a la factura es que la ejecución sería complicada: el consumidor debe solicitar la devolución del exceso pagado. Por eso, el organizador de conciertos Mojo argumenta que es mejor dejar que el mercado haga su trabajo y aceptar la reventa. Sin embargo, reclamar ese dinero no es tan complicado: como consumidor puedes acudir a un comité de litigios, que es mucho más accesible que acudir a los tribunales.